Hoy Zihuatanejo anda como la Bikina: altanera, preciosa y orgullosa. ¡Déjenla! es su “Queen moment” después que “US News” la colocara en el primer lugar de entre 16 playas mexicanas. Este reconocimiento tiene mayor mérito porque Zihua -de esta forma la nombran los locales- siempre fue la cenicienta de las playas de nuestro país.
Era como Santiago, el protagonista de “El Alquimista” de Paulo Coelho, que se echó a andar buscando un tesoro personal y al final se da cuenta que el verdadero valor está en su interior, en su capacidad de aprender y adaptarse.
Vaya capacidad de esta playa de la Costa Grande Guerrerense en acomodarse a los tiempos sin perder su esencia, es un destino hecho a mano por familias ancestrales; son los mismos López, los mismos Sánchez y los mismos Valdéz de toda la vida que han ensanchado el censo; seguro los pobladores deben tener la misma sangre, y si no han emparentado entre ellos, ya los jejenes se encargaron de universalizar el tipo sanguíneo.
«Aquí todo el mundo hace lo que quiere», me dice Don Beto con la naturalidad de quien ya ha visto pasar más calendarios que olas en la Playa de los Pescadores, lo comenta justo cuando comparto que en este lugar nadie parece envejecer. Y tal vez tenga razón, el ambiente de libertad, esa brisa de “valemadrismo” que aquí se respira, dicen los científicos que hace a la gente más longeva, como si el tiempo se detuviera cuando no hay prisa por atraparlo.
Uno de los rituales que algunos aún practican al atardecer en este sitio playero es sacar sus “huevonas” -sillas de playa reclinables- y erigirse en saludador y analista de todo aquel transeúnte que pasa frente a ellos: ¡Qué pasó pues “Zanca”! -así se llaman entre amigos de este lugar, el término se origina de los sancos que sirven de apoyo en la cimbra de las construcciones- y eso da pauta para revisar el presente del caminante o relacionarlo con las historias de héroes y dioses locales.
Una de esas tardes me contaron de Oliverio Maciel “El Rey Neptuno de Zihuatanejo” -apodo tomado de una película donde actuó para Dino de Laurentis- aparte de artista eventual, fue buzo cotizado. Cuentan que en aquella época en que nadie pedía informes por los atractivos turísticos de Zihua, solo llegaban a preguntar por Oliverio; desde Andrés García hasta Miguel Alemán o el expresidente Luis Echeverría, para que los instruyera en el arte del buceo donde era un crack ¡hasta se daba el lujo de jinetear tiburones al estilo de los jaripeos!.
Aquí el valor se oferta al 3 por 1, nacen sin miedo al éxito y hasta el más chiquillo aleja huracanes a soplidos, tal como Tamakún, el rey de los cocodrilos, bueno… monarca con la corona abollada porque Roberto Piza, el nombre real de este domador de aligátor, en cinco ocasiones -es terco el hombre- ha agarrado de malas a los reptiles y por poco no vive para contarlo.
Hoy Roberto tiene dos orgullos, primero, que el cocodrilario local lleva su sobrenombre y segundo: el América, equipo de fútbol del que es fanático, logró el tricampeonato.
Pero no pienses que por lucir dos ejemplos de arrojados caballeros aquí se baila al son que los machos toquen, ¡para nada! Si nos ponemos freudianos y coincidimos que el pasado define el comportamiento presente del individuo, entonces basta con indagar la raíz náhuatl de Zihuatanejo que significa “Lugar de Mujeres” y si a eso le sumamos que existe una leyenda contada desde la llegada de los españoles quienes describen un paraíso habitado y gobernado únicamente por amazonas en la Isla Grande o Isla de Ixtapa (no encontré pruebas, pero sí una biblioteca de corazonadas) y como soy un romántico empedernido, me emociono con facilidad y en esas historias me guío para pensar que el matriarcado heredó sus roles.
Zihuatanejo referente de la cultura universal
El mar suele arrojar personajes que se escapan del cine para recordarnos que este Pueblo Mágico es ¡de película! Seguro viste esa escena donde Andy (Tim Robbins) le cuenta a “Red”(Morgan Freeman) su plan para escapar a Zihuatanejo y lo describe como un lugar cálido y sin recuerdos (aunque ninguna escena se rodó en este centro vacacional, Robbins tiene amistades por acá y ha prometido visitarlos pronto) todo sucede en “The Shawshank Redemption” o “Cadena perpetua” convertida en cinta de culto.
Qué maneras tan curiosas tienen algunos de inmortalizar este destino, como el escritor Beatnik William Burroughs, quien anduvo por estos rumbos -cuando no tenían el oficio turístico- tal vez para desintoxicarse de los lugares caóticos que solía frecuentar y quizá tomó agua de coco de Zihua que eso lo enamoró del destino y hasta lo puso en los ojos del mundo a través de su novela “Queer”, en unas líneas donde “Lee” (alter ego de Burroughs) le platica a “Allerton” (personaje basado en su novio Adelbert Lewis Marker) sobre una barca que planeaba construir en Zihuatanejo. En el largometraje del mismo nombre que el libro se puede apreciar la escena mencionada.
“Mejores son dos que uno” aparece en la Biblia en el libro del eclesiastés y el binomio turístico se fortalece entre Zihuatanejo e Ixtapa; son oleaje y playa, coqueteo y caricia, la dualidad del ser turístico, la playa madre que engendra a un ente para crecer juntos y protegerse, como Dánae y Perseo en la mitología griega; la princesa de la que se enamora Zeus y que al visitarla en forma de lluvia de oro, la embaraza para crear a Perseo. Madre soltera e hijo tienen un principio caótico pero prometen cuidarse siempre.
Aún mantengo pegada en mi refri la postal que me regalaron los amigos del Sunscape Dorado Pacífico (¡siempre tan gentiles!) para recordarme que tengo que volver a Ixtapa-Zihuatanejo para broncear el alma y vivir nuevas historias.
Como las de mi última visita donde navegué en el océano de mi memoria con canoas multicolores que hace Maleno, desperté al amanecer en Barra de Potosí, observé ballenas, perdón, a “La Gran Bailarina”; me dejaron con la boca abierta y babeando Los Morros de Potosí; me sorprendió el pasado remoto en la Zona Arqueológica de Xihuacan, fui de fiesta por el mar a bordo de “Picante” y comí como rey desde las clásicas “tiritas” -que los pescadores preparaban sobre sus remos que usaban como tabla de picar- y en restaurantes de primer nivel como Angustina de los hermanos Meneses -Antonio (mezcalier) y Felipe (Chef)- o Carmelitas -de Carmelita Ramirez que es puro sazón y corazón- donde me elevaron a la estratósfera con unas enjococadas.
Cada uno de ellos da para contar una película, por eso prometo volver para escenificar mi filme con estos personajes fantásticos, total, siempre hay tiempo para regresar y aparecer en la cartelera de la historia de la hoy considerada mejor playa de México.