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La campaña que urge para el Turismo

Si tuvieras 20 segundos a solas con la próxima presidenta, ¿cómo la convencerías para que el turismo sea una prioridad en su programa de gobierno? En la práctica del “elevator pitch” (técnica del discurso de ascensor: consiste en persuadir a su contraparte sobre un tema, en 20 o 30 segundos), ¿con qué argumentos harías entrar en razón a Claudia Sheinbaum?

“Le diría que le apueste a la promoción, por el bien de México”, me dijo un amigo empresario.

Eso más bien parece una súplica angustiante, necesaria sí, pero no engancha con el funcionario público que, ante esas solicitudes, entra en un proceso de anestesia emocional.

El gran problema es que siempre queremos meter ideas turísticas en la cabeza del primer mandatario de nuestra nación con argumentos turísticos. Eso, a un político, lo trastorna; lo pone en una situación incómoda, no porque lo desconozca, sino porque no le genera empatía. Si a eso le sumamos que la persona que hay que convencer es un político de izquierda, el momento se torna tenso, es como querer sacar a bailar a alguien sin ritmo y sin gracia.

Tengo que “desmenuzar” esto último para no herir susceptibilidades. Tanto al actual presidente, como a la presidenta electa, otorgar un presupuesto para la promoción turística es retornar a una práctica neoliberal del estado subsidiario. El patrón moral de ambos personajes hace que perciban la promoción como una política perversa de rentismo, donde un puñado de empresarios gana más al no sacrificar un presupuesto para promocionar sus productos, y al mismo tiempo, son omisos para reinvertir sus ganancias en innovación o en compartir beneficios con los trabajadores.

Hay que aclarar: ni todos los empresarios turísticos son así, ni en todos los destinos da el mercado para obtener ganancias. El turismo en México padece la enfermedad de elefantiasis, donde algunas partes están muy desarrolladas y otras se mantienen de tamaño normal.

Pero esto hay que explicarlo desde la narrativa del político; primero, describiendo los beneficios que obtendrá el funcionario si llega a contar con una agenda turística: mayor lealtad a su marca (partido político o candidato), legitimidad, confianza y capital político de ciudadanos en edad de votar, con mayor porcentaje entre jóvenes y mujeres. Enseguida, mostrar los beneficios sociales para quienes trabajan en el sector (hay varios ejemplos reales de algunos destinos mexicanos). Eso sí, todo lo que se muestre debe significar algo. Nada de discursos vacíos o greenwashing.

Atención a la industria del turismo:

Cada argumento explicado debe garantizar más seguridad en el destino, más libertad, más igualdad, mayor desarrollo para sus ciudadanos y mejor protección del ambiente.

Esa es la campaña de promoción de la que hablaba al principio del texto. Urge concientizar a la cadena de valor, a los ciudadanos y a los políticos de las grandes virtudes que existen si se apuesta por integrar al turismo como política de estado.

Una vez sensibilizados sobre el tema, con una poderosa campaña en medios tradicionales y digitales describiendo la importancia del turismo en la sociedad, en la economía y en la industria, ahora sí, hay cabida para sentarse a la mesa y negociar diferentes temas que no han sido abordados desde hace 6 años. Eso considero que es urgente.